viernes, 28 de diciembre de 2007

Help!

Tengo un lío monumental. A riesgo de que esto parezca una consulta psicológica o algo por el estilo, no puedo evitar pediros consejo.
En mi casa tengo un problema... mi padre. Mi padre es un hombre de 69 años (le lleva 10 a mi madre), por lo tanto, jubilado, que lleva casado con mi madre unos 36 años. Es de los de antes, es decir, de los que en casa no mueve un dedo. Bueno, tampoco vamos a quitarle méritos... en verano cocina gazpacho y ensalada, en invierno puré de verduras, y generalmente va a hacer la compra. A eso se limitan sus actividades domésticas.
Desde hace tiempo mi padre y yo tenemos una guerra, nuestra guerra, es decir, que todos los días, absolutamente todos, tenemos bronca o malas contestaciones. No hay cosa que más me reviente que desde su posición, es decir, sentado en el sofá viendo la tele, me diga que no ayudo a mi madre, que me levante; exactamente la frase es "¿no querrá tu madre un poco de ayuda?". Yo procuro aguantarme las ganas de responderle con un "pues vete a ayudarla tú", pero es que me llevan los demonios. Por ejemplo, si alguien se levanta a recoger la mesa, él por sistema me dice "¡Levántante y ayuda!". Me repite que no hago nada en casa, que no ayudo... ¿pero qué narices hace él?. Ah, sí, perdona, que haces gazpacho con la thermomix... que lo puede hacer hasta mi sobrina de año y medio.
Siempre me pregunto si esta guerra también la han tenido mis hermanos (34 años mi hermana, 31 mi hermano), que ya están felizmente casados, porque yo no me acuerdo de que cuando estaban en casa tuvieran este problema.
El otro día por ejemplo, estábamos mi hermana, mi cuñada y yo tomando un café en el salón. Cuando terminamos estábamos de cháchara y mi hermana decidió levantarse a recogerlo. En ese momentó pasó mi padre por el salón, y yo me estaba colocando las zapatillas; pues bien... me soltó: "Por qué no te levantas TÚ a recoger", con un tono insoportable. Yo, que estaba invadida por la rabia, le solté también con un tonillo parecido: "bueno, porque igual estoy colocándome los zapatos", y me dijo, "pues igual no me contestas así" y ya para rematar le espeté: "contestaré como quiera sobre todo si tú tampoco me hablas bien". Mi padre no me dijo nada más, pero mi hermana que vino donde yo estaba, me dijo que no volviera a contestarle así, que al fin y al cabo era mi padre. Yo me aguantaba las ganas de llorar, y me limitaba a decir que me daba exactamente igual, que si él a mí no me hablaba bien yo tampoco tenía por qué hacerlo. De nuevo ella y mi hermano me dijeron que era mi padre, y me gustara o no tenía que respetarlo. Yo, que soy cabezota, seguí en mis trece con que me importaba un comino que fuera mi padre o el vecino de en frente, si él no me respeta, yo a él tampoco.
Yo entiendo que quizás sea un poco vaga, pero cuando mi madre me pide ayuda yo siempre la ayudo, y lo veo lógico; si me pide que recoja la cocina, lo hago, me dará pereza, pero no rechisto, porque mi madre trabaja, y además hace lo de casa, y sobre todo ahora que estudio en Salamanca y yo no estoy, le toca a ella absolutamente todo. Así que si me lo pide ella, lo hago sin ninguna pega. Ahora bien, que mi padre, que está jubilado, que no tiene nada que hacer, que lo único que hace es ver la tele, que es un maniático insoportable, me pida que ayude a mi madre PORQUE NO HAGO NADA EN CASA... es que me pone de los nervios.
Y no sólo es con esto... me tiraría horas diciendo cosas que generan el conflicto. Se enfada por nada, es un maniático, es irracional... vamos, que hasta mi madre se desespera. Sólo os digo que ella no me dijo nada cuando lo del café del otro día; cuando volví a la cocina mi hermana le había contado lo que había ocurrido por lo bajo, para que no lo oyésemos, pero no entendí qué le contestó mi madre, sólo oi que mi hermana decía "sí, pero tampoco ella tiene que contestar así porque es su padre". ¡¡Así que hasta mi madre me defendía!!
Es tal el punto de egoísmo de mi padre, que se queja por todo... la comida siempre tiene pegas: está sosa, está fría, está dura... y no es que lo diga en un tono normal, no, es que si el plato que le han puesto delante no le hace mucha gracia pone hasta cara de asco (y a mí desde pequeñita me dijeron que aunque no me gustara una comida no dijera "qué asco", que era de mala educación). Mi madre hace un plato con todo el cariño, le pregunta qué tal está... y nunca he oido decir "mmmmh está buenísimo", la respuesta siempre es "sí, está bueno, pero..." ¡¡SIEMPRE HAY UN PERO!! Da igual, lo que sea: que es mucho, que la salsa está fría, que le falta un poco de cocción... a lo que mi madre dice "¿pero está bueno o no?" y él responde "sí sí".
En definitiva... todo este rollo era para ver qué opináis. Evidentemente falta mucha información y más detalles que me sería imposible contar porque no acabaría, esto es sólo una parte, pero quería ponerlo por escrito y que alguien lo leyera. Que me digáis si es normal esto o no, si debería cortarme al contestar...
Yo sinceramente creo que no. Que una cosa es respetar porque es mi padre, y otra dejarme pisar. Lo que más tristeza me da es que ahora soy incapaz de darle un abrazo espontáneamente, nuestra relación se ha enfriado. No soy cariñosa con él, cuando con mi madre soy hasta empalagosa, pero es que no me sale serlo... no sé. Quizás sea incapaz de demostrar cariño a alguien que sé que a los dos minutos me va a dar un grito. Sobre todo ahora, porque pensaba que al irme a estudiar a otra ciudad iba a echarme de menos, y cuando volviera algún fin de semana se relajaría y me mimaría un poco... pero ya llevo dos años estudiando fuera y todo sigue igual o a veces peor.
Así que lo dicho... opinad, no os cortéis. Necesito que alguien me diga algo. Nunca me encuentro con ganas de contarlo todo, porque entiendo que puede ser un coñazo y que la otra persona se puede sentir obligada a escucharme, pero al dejarlo escrito, creo que no obligo a nadie a leerlo, simplemente quien quiera hacerlo lo terminará de leer.
Muchas gracias.
P.D.: odio aburriros con mis cosas... :S

martes, 25 de diciembre de 2007

Feliz Navidad

Vengo de celebrar la Nochebuena en casa de mis tíos, como siempre, de cenar langostinos de primero y solomillo de segundo, como siempre... y aunque sea "lo de todos los años" a mí me gusta; soy enemiga de la rutina y la repetición, me encanta la innovación, pero en Navidad soy un poco conservadora y me encantan esas tradiciones.
Acabo de llegar a mi habitación, y mi cierta dependencia al ordenador ha hecho que no haya podido evitar abrir la tapa del portátil nada más entrar por la puerta. De paso he pensado que hoy, precisamente, no tengo nada más que hacer y que hace mucho que tengo esto abandonado.
Sin duda mi vida ha cambiado desde la última actualización. No me refiero a un giro de 180 grados, si no a que mi última entrada era triste por haber hecho daño a una persona que quiero y ahora las cosas han vuelto a su sitio y vuelvo a ser feliz como una perdiz.
Pasé varios días malos... y puesto que es un amigo y compañero de clase, era difícil evitar estar con él. Además, somos un grupo muy unido y siempre estamos todos juntos. Al principio no podía ni mirarle a la cara, yo rezaba para que cuando estuviéramos todos en la cafetería de la facultad no me tocara sentarme en frente de él, o que en una de nuestras tradicionales partidas de trivial no tuviera que ser de su mismo equipo. En definitiva, lo que no quería era estar sola con él, por miedo a su rechazo y sobre todo a su indiferencia, que era lo que más me podía doler.
Afortunadamente, todo se solucionó, pero por su propio pie. No hizo falta una reconciliación ni que me dijera nada, lo supe cuando mantuvimos otra vez una conversación normal, como las de siempre. Me sentía aliviada cuando hablaba con él. Me sentía agusto. Y eso me indicó que todo volvía a su sitio, que él me había perdonado, pero ante todo, que se sentía bien.
Lo peor del problema era que no vino solo. Había ocurrido un asunto familiar que me dejó muy tocada, y lo que hizo esto fue rematarme por completo. Aquel día desde luego lo he borrado de mi agenda y no lo quiero recordar.
Así que no penséis que sigo en ese estado, ni mucho menos. Vuelvo a ser la de antes. E intentaré seguir con esto, para que lo comprobéis.
Por ahora me limito a desearos una feliz navidad, os guste o no esta época. Disfrutadla con los que queréis y ojalá el viejo barbudo os traiga muchos regalos (en mi casa no hay tradición de Papá Noel... así que me toca esperar a Reyes).